El azar aparece de forma casual. La fortuna es apostar en una dirección y contar con la probabilidad de acertar. Y la suerte ¿qué es? ¿de verdad existe…? La respuesta es no. La suerte es la ilusión intangible de aquellos que no están preparados para conseguir un objetivo. Todo se basa en la madurez de uno mismo, en que nadie te provoque y en controlar tu estado de ánimo. Es decir: basar tu estrategia en conseguir que el que confíe en la suerte sea tu contrario, el sujeto que escucha, al que quieres hacer llegar tus emociones para vender… ¡o convencer!

La NoSuerte es el match point de las negociaciones. Si no juegas bien la partida… ¡es para el otro! Así que dale juego… ¡y vence! Infíltrate en su mente e intenta analizar y anticiparte a sus reacciones adaptativas, es decir, lo que él “no sabe que sabe”.

Para ello, prepara una batería de emociones estudiadas en base al conocimiento implícito del contrario. Esto es, intentar adivinar lo que él sabe de ti… que ni tú mismo sabes. ¡Ése es tu match point!

En el cerebro, todo lo relacionado con la información que hemos considerado importante para nuestro yo, se almacena en la zona prefrontal ventrometrial, situada detrás de la nariz. Ahí residen los mecanismos de respuesta instintiva de oposición o aceptación ante una propuesta. Si el sujeto contrario no tiene un activo bien estructurado para rebatir nuestros argumentos y si lo que le proponemos es bueno para él, se dejará influir positivamente en menos de treinta segundos. Si le hemos “tocado” emocionalmente, su memoria operativa analizará en unos dos segundos las propuestas. Si las acepta, las pasará a la memoria a corto plazo y, si logramos interesarle definitivamente, a la memoria a largo plazo, registrándolas como un patrón neuronal… ¡el pensamiento!

Los pensamientos de algo, o sobre algo, son la defensa del sujeto que escucha para contrarrestar nuestro propósito de acción comercial. Las imágenes y los sonidos son las herramientas más convincentes por excelencia: ¡marketing visual!

Con una actividad tan compleja como la de la mente humana, es absurdo pensar que en el caso de actividades comerciales o de relaciones entre personas, algo dependa de la suerte. ¡Para nada! Es imposible que la mente pase algo por alto si está concentrada en su trabajo binario, el de me “interesa y lo memorizo” o “no me interesa”, o bien a nivel de la amígdala: “lo rechazo y me olvido”.

La suerte es para el contrario. Para que esté engañado con su intangibilidad. De ahí que debamos trabajar con las emociones, saber cómo piensa, y tener muy presente que cada negociación es un nuevo partido, en un campo y, en un día, distintos. Lo que vale es creer en la NoSuerte como norma de trabajo.