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Si hacemos simple el presente, será simple el futuro.

Publicado por Miguel Carrión el 29 Mayo 2007 11:05 en Emprendeduría, Artículos de opinión | 1 comentario

La situación de bondad que vive la sociedad es una realidad a medias. Las facilidades para practicar el consumismo al que obliga el medido e incisivo marketing social y político, sitúan en una plataforma sin cimientos a muchos profesionales. Éstos caen en la trampa de pensar que la panacea actual de derechos y no deberes puede permanecer en el tiempo. Para asegurar el futuro tienes que trabajar cada día, todos los días en el presente.

¿Y qué efecto produce? Que haya sintonía en los objetivos, a medio y largo plazo, entre el profesional empleado en una empresa y la dirección de la misma conlleva que las energías de ambas partes se sumen para crear riqueza.

El beneficio objetivo es la razón de existir de toda empresa. Sólo se consigue si hay aportaciones positivas por parte de los actores que gestionan e intervienen en los cinco escenarios donde se desarrolla la actividad empresarial: una ESENCIA CORPORATIVA consensuada, disponer de PRODUCTOS, un plan para la captación de CLIENTES, una organización de la PRODUCCIÓN que asegure el margen y una CULTURA de innovación y reinvención para flexibilizarse ante las exigencias cambiantes del mercado.  

¿Qué altera estos penta-valores? Pues la intoxicante información externa que influencia y engaña con la idea de que se puede llegar a un futuro con las prestaciones deseadas sin que las tengamos que ganar cada día en el desarrollo de la actividad profesional; ya sean las del empresario o las del empleado. Si no se positiviza el presente no se forma la base para que el futuro tenga los valores deseados.

Como dice Ken Blanchard _filósofo del management_ “… noto que se va a hundir una empresa… cuando estorban los consumidores -clientes- … cuando en los departamentos se habla de sus sueldos, sus horarios, pero nadie se pone en el sitio del consumidor” y “… tras un juicio financiero muy técnico …, siempre hay una pérdida de la misión moral de una empresa”. Y como predice Mats Lindgren, estamos ya en la generación del “superyó”, la del comportamiento hedonista, egotista y egoísta.

No pensar en el cliente como causa final del objetivo de una empresa o que la esencia o actividad corporativa esté ausente de moral social son dos detonantes que, a corto plazo, destruyen el futuro de la empresa.

La solución es coger el toro por los cuernos: definir la esencia y la actividad de cada integrante de la organización; concretar, con “la simplicidad” que define Edward de Bono, la misión de cada uno y protegerse de las mentes mediocres _como sigue diciendo el gurú_ porque “las mismas, tienen miedo a la simplicidad”. La realidad es simple. La concreción de problemas es simple. La solución es simple. La voluntad para resolver hay que transformarla de compleja a simple. Si hacemos simple el presente, será simple el futuro.


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