Señala Daniel Pink en A Whole New Mind, que como dice el chiste: “hay dos clases de personas en el mundo: aquellas que creen que todo puede dividirse en dos categorías –y el resto.” Los seres humanos de alguna manera estamos inclinados de forma natural a ver la vida en pares de contraste. Este versus Oeste. Lógica versus emoción. Derecha versus Izquierda.

Sin embargo en muchos terrenos no tenemos porque escoger entre pares –incluso es peligroso si lo hacemos. Esto es especialmente cierto en el caso del cerebro. Los dos hemisferios trabajan juntos. Sin embargo, las últimas décadas han pertenecido a una cierta clase de personas con una cierta clase de mente –programadores capaces de tirar líneas y líneas de código, abogados virtuosos en la redacción de contratos intrincados, MBAs hachas con los números,… Pero las llaves del reino están cambiando de mano.

El futuro pertenece a un tipo diferente de gente con una clase diferente de mente –creadores y gente capaz de empatía, reconoceros de pautas, creadores de significados,…Nos movemos hacia una economía que valora cada vez más las capacidades de inventiva, empatía y de ver la “pintura completa”.

La empatía, por ejemplo, la capacidad de imaginarnos en la piel del otro, de ponernos en sus zapatos y de intuir lo que siente aquella persona, es extremadamente importante. Y lo sobre todo para optimizar el equipo humano de nuestras empresas Sin embargo durante mucho tiempo no se le ha dado importancia.  Fue Daniel Goleman hace una década uno de los primeros en enfatizar la importancia de la habilidad de generar emociones.

Sin duda, las personas tomamos las decisiones de forma emocional, para luego, justificarlas racionalmente.