Un gerente ha de sembrar prevalores en él mismo y en su entorno de trabajo si pretende que su empresa ocupe un lugar en el mercado globalizado, en el mundo de la innovación. Sólo dedicándose a la producción racional: captar clientes y satisfacer las necesidades del mercado; la compañía dependerá de designios que no controla.

J.A. Flaum (1) afirma “Para una persona que busca protegerse de la competencia global por nuevas ideas, encajar en un molde corporativo equivale a una muerte segura” y constata que “El valor de una persona en esta nueva economía no es lo que aprendió en la facultad de administración; es lo que no aprendió. El nuevo imperativo para sobrevivir es ser plenamente quien se es, defectos incluidos.”

Si damos por válidas estas aseveraciones, en el management actual se tendrán que aceptar a los colegas del equipo como son, no dando por supuesto que saben todo lo que deberían y que predisponen del ambiente de trabajo óptimo para EJERCER EN LO QUE NO SE APRENDIÓ. Por ello, hay que activar las mentes para la grandeza y elevación del ánimo en el ejercicio de IMAGINAR como antesala para crear nuevas ideas; el gerente las valorará y aprobará si son realizables.

El verbo imaginar es contagioso entre los miembros de un equipo si se ejerce en la atmósfera adecuada y con una práctica diaria. Las ideas, las buenas ideas son la solución causal para impulsar las empresas en esta nueva era de la globalización. Como dice Flaum: “dedique quince minutos de silencio todas las mañanas a pensar en cómo se podrían aumentar los beneficios con un nuevo modelo empresarial. Todos saben que sus puestos, así como los de sus colegas y subalternos, dependen de la creatividad.” “Las personas se convierten en lo que se supone que deben ser cuando ven lo que pueden hacer por el mundo. Necesitan autonomía para tener una visión de quiénes pueden ser, y cuando la tienen, no se limitan simplemente a crear; son creados.”

Sembrar el interés para que los profesionales integrantes de un equipo despierten y sean ellos mismos, promover el estímulo para crear, es la autopista de usa sola dirección que deben tomar las empresas innovadoras. Han de ser singulares en el mercado para apalancar un nicho de clientes que se beneficien de las nuevas ideas y no ser la empresa la realizadora de las ideas de los clientes.

Que cada empresa se construya su vela para navegar hacia el futuro en el mundo globalizado.

(1)  Flaum, J.A.: El pez de papel que aprendió a nadar; Granica; Barcelona.