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La neuroeconomía es letal ante la falsedad de datos

Publicado por Miguel Carrión el 20 Marzo 2009 8:00 en Artículos de opinión | 2 Comments

B_castus_07 Durante los últimos días he trabajado con mi sistema cognoscitivo para el ordenamiento y valoración de los nuevos proyectos innovadores diseñados para paliar los sucesos de la crisis, ejercicio que recomiendo a todas las personas con responsabilidades en su empresa o familia que no aceptamos dejar nuestro destino a espera de lo que ocurra. Se trata de valorar la situación, visionar posiciones y actuar de forma innovadora, que ya sabéis que para mi es evolucionar con lo que se sabe hacia otros segmentos y no confundir con inventar nuevas actividades que ahora son un riesgo no asumible para quienes tenemos a nuestro cargo el futuro profesional de colaboradores. Pensar neuroeconomicamente y con visión global.

La neuroeconomía, entendiéndola como la aplicación de la inteligencia emocional en la toma de decisiones, es la mejor aliada en estos momentos. Hoy, con pocos datos reales y además en poco tiempo, que lo debemos de utilizar como materia prima fungible, debemos decidir por la mejor opción de las todas las malas posibles que presenta el mercado. Es el momento de forzar nuestro cerebro para acertar en la decisión de emplear nuestro talento y medios para solucionar la “egoeconomía” para nosotros y nuestro entorno vital. Descubrir la mejor solución no es un hecho casual ni espontáneo

con el enfoque neuroeconómico, que busca la integración de ideas del campo de la psicología, la neurociencia y la economía. Esta visión de las situaciones es un nuevo paradigma para reemplazar a los enfoques clásicos que, como la situación de crisis lo demuestra, nos han llevado a una hecatombe dineraria globalizada.

La salud para una persona es lo más importante, como lo es para una familia la economía del conjunto de sus miembros porque “sin dinero no se vive” en el mundo occidental. Ya sabéis que para mi el concepto de EGOECONOMÍA es actitud de la persona en cómo solucionar de forma individualizada solucionar su situación económica de forma prioritaria antes que la de los demás.

Este acto egoeconómico está presente en la actitud de financieros canibalistas sin límites que imponen sus intereses antes que nada y nadie, en los demagógicos políticos que ante todo aseguran sus prebendas mintiendo a todos por su incapacidad de saber o no querer tomar decisiones y al mundo de la administración y funcionariado que, acurrucados entre ellos, confían en que sus tutores, los políticos de turno, los cuidarán sin límite de tiempo. Tres mundos egoeconómicos que taponan las posibilidades de los ciudadanos consumidores de a pie.

Hay codicia y prepotencia de los primeros, mentiras vitales de los segundos y falta de responsabilidad ante la sociedad en el último caso. Y aun no sé por qué la sociedad civil lo consiente si los datos que ya son una evidencia nos empujan a una situación sin límite como país, si son ciertos los datos que aporta Roberto Centeno en su función de auto-notario del mundo económico empresarial (ver su artículo “De mentiras masivas y sectarismo ciego”). Estos datos conocidos por Zapatero, Solves, Corbacho, Chaves o Miguel Ángel del Banco de España sólo demuestran que su actitud como autoridades y que su egoeconomía nunca llegará a situaciones de paro o problemas para pagar hipotecas, de modo que se mantienen lejanos e impunes a la realidad de millones de ciudadanos.

El ex profesor Leopoldo Abadía va de otro palo con su ocasional espectáculo cirquense. Como insigne “trovador pro ninjas”, que no da nada, dice que “al igual que los gurús económicos él no sabe nada”, pero como buen ex profesor de IESE con oficio ha sabido sacar negocio de la situación, un buen ejemplo de incluso en “mar revuelto ganancia para formados emprendedores”.

En primer lugar, hay que activar la formación universitaria para entender la situación y entender cómo actúan las mentes de los economistas que han construido un sistema financiero artificial en donde las deudas a nivel global y el dinero ficticio es superior a los activos y, en segundo lugar, entrar también en las mentes de los políticos y administradores sociales para posicionarlos en la situación de que su trabajo consiste en defender los intereses de quienes los han votado y pagan sus sueldos y no permanecer más de rodillas ante los estamentos financieros privados. El poder de los más ricos es dinero, la fuerza del ciudadano es el voto. En el futuro, ¿qué valdrá más?


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