B_Federico_2 Pues será verdad si lo analizas. Pueden pasar años de formación de aguantar malos día y peores meses, de llegar a organizar tu entorno y acomodarte en él, y en unas semanas ¡sorpresa! todo cambia, lo que era seguro se vuelve intangible. Valores como el saber o ser experto en hacer algo, ya no es necesario para nadie. Todos y a más arriba más, se encierra en su “egoeconomía” levantando a su alrededor  empalizadas como los soldados del César en la Guerra de las Galias, para defender a costa de lo que sea, la posición que genere el propio modus vivendi.

¿Cómo sabes que ese es el trabajo perdido? Se percibe en la conciencia emocional porque el futuro se cierra golpeando la ilusión y solo deja abierta la puerta de tener que seguir trabajando, para atender las ineludibles necesidades del anillo más próximo tanto individual como familiar y atender la exigente economía que demandan.

Mi amigo Batet, me dice que conoce profesionales que han sido conscientes en un momento dado que de  la pérdida de un trabajo concreto ha marcado como la línea roja en la vida profesional de esa persona. Seguirá trabajando si tiene la oportunidad, pero nunca más será lo mismo: "Ha perdido el trabajo de su vida".

Ya era complicado en tiempos anteriores el quedarse sin trabajo, pero las causas siempre tenían un fundamento, como podía ser la falta de preparación porque el entorno había crecido en conocimiento y uno se había quedado en sus principios, o en el caso de fusiones empresariales que absorbían y fusionaban organizaciones. Ejemplos ambos que han permanecido años, en esos tiempo estaba mal visto el despedir a personas de las empresas, pero hoy no, ahora es como un ejercicio que todos hacen sin más miramientos autojustificándose con la crisis y poco más.

El valor de trabajar años alineado en un equipo para hacer crecer una empresa, ya es agua pasada. Se fuerza a un individualismo profesional y a que cada uno sea egoísta por sistema, esta posición de las personas ante los demás se palpa en le ambiente de las empresas, se ha perdido en algunas de ellas la confianza de permanecer en el futuro. Esta situación debe de superarse, y se logra hacerlo si las personas de las empresas aportan actúan con el conocimiento y no solo con las emociones y reconstruir "el humanismo y profesionalismo con el yo-persona y el yo-profesional" como manifiesta Carlos Carnicer, presidente de UP.

Un empleado en su egoeconomía opta una posición similar a la de un consumidor o inversos ante un producto o empresa. La persona en su acto de trabajar debe de confiar en la empresa para la que dedicando su tiempo y si no confía en ella, no podrá entregar a la misma todo su valor profesional. Un ejemplo comparativo pueden ser estos datos sobre confianza del informe Trust Barometer 2009 de Edeman, referente a un acto de compra o inversión <La confianza se erige en un activo empresarial que influye decisivamente en la conducta de los consumidores e inversores. Así, el 68% de los entrevistados españoles apunta que no compraría productos o servicios de las empresas en las que no confía. En la misma línea, un 72% afirma que compartiría su opinión negativa con terceros…>

Los empresarios deben de asumir que en sus manos esta la circunstancia de muchas personas, de que en su empresa tengan “el trabajo de su vida” y que es un derecho de estas el que se les respete este valor. La forma de hacerlo es alienar todos lo recursos para que en caso de tener que optar por la decisión de rescindir la actividad que sea un dolor compartido con el empleado y siempre como la solución de último recurso.

Si crees que es “el trabajo de tu vida”, lucha por él, pacta, negocia, ¡mójate!

Que a partir de ahora no hay nada fácil y menos lo importante y hay que defenderlo hasta el final.