Cuando estamos sujetos a presiones emocionales causadas por situaciones económicas o de salud, nos afectan a nosotros mismos o al grupo de personas que forman nuestro anillo de confianza, se plantean dos situaciones: ser realista ante los hechos o engañarnos a nosotros mismos. Si empleamos para su procesamiento cognoscitivo racional el conocimiento, la lógica y profundos análisis de la situación con datos muy elaborados, muchas veces no llegamos a tiempo. El evento y por no haber decidido lo correcto a tiempo se produce y ejecuta. Hemos tardado demasiado y fracasamos. Ahí entra la función intuición como un excelente valor que disponen las personas. Sí, esa parte del cerebro que procesa conclusiones: “El inconsciente adaptativo”.

Querer saber lo que sabemos, para utilizarlo en una decisión requiere que como mínimo conozcamos que es una realidad posible y que hay que emplear introspección en la parte de cerebro que tiene la información en forma de pensamientos. La mente es capaz de sorprendernos, si relegamos al inconsciente que decida en momentos complejos de supervivencia como por ejemplo en la actual crisis que plantea situaciones complejas e inesperadas, en las que ser realista y no engañarnos a nosotros mismos es vital. Hacer caso a la intuición como final del proceso que realiza inteligencia adaptativa que sin nosotros percibirlo siempre está procesando datos y visualizando señales sobre el devenir de los acontecimientos.

Este análisis inconsciente e inevitable es parte de la estructura humana como la de formar juicios rápidos otra cualidad que las personas tienen para poder: decidir y elegir en los momentos precisos de “aquí y ahora”. Hay que ser valiente para aceptar lo que nos diga el inconsciente adaptativo, en aquellas ocasiones que la predicción tiene consecuencias negativas o destructivas y además inevitables para nuestros intereses.

Enfrentase al juicio opuesto de lo que ocurre a lo deseado son muchas veces la causa de una repentina depresión, un aviso en forma de sentimiento que se genera de forma involuntaria en nuestra naturaleza cuando el hecho o la cosa que se presenta o se predice son malos. Pero la realidad es inevitable y hay que saber enfrentarse a ella, aprendiendo a utilizar el inconsciente adaptativo como la parte del cerebro que lanza conclusiones de forma espontánea e involuntaria.

El inconsciente adaptativo forma composiciones de todo lo que nos afecta para advertirnos de los peligros. Además nos facilita las acciones que en función a nuestras habilidades intelectuales y físicas debemos de emplear si le hacemos caso. Este don que poseemos las personas puede taponarse cuando en nuestra mente penetra el sentimiento del miedo cuando reconoce de forma automática que lo que ocurre o va a producirse, no puede contrarrestarse por el valor o la intensidad de las cualidades que disponemos. Una sobredosis de prejuicios o inseguridades son el enemigo que limita y tapona el ingenio que debe de generar siempre nuestro cerebro, para razonarnos la mejor opción posible y poder sobrevivir a una situación, incluso si la alternativa sea menos feliz de la que esperábamos o deseábamos.

“No sabemos todo lo que sabemos” como el resumen del funcionamiento de esta parte de nuestra mente. Un cajón dónde se guarda de forma “inconsciente” (de aquí su nombre) todo lo que nuestros sentidos captan, lo transforman en sentimientos y con una de nuestras inteligencia (hoy se definen hasta ocho), se transforma en pensamiento quedando disponible para su requerimiento futuro que emerge cuando aparece un “símbolo” que requiere información y ayudar para establecer un juicio inmediato. (No confundir con el subconsciente de los freudianos que es la parte de frustraciones y deseos reprimidos muchos de ellos formados de forma involuntaria).

Nuestro amigo el inconsciente adaptativo acumula los comportamientos acumulados por la experiencia que aportan valor a al conocimiento y la memoria fundan la emociones y que el cerebro procesa de forma automática sin tener que recibir orden consciente para ello. El cerebro “piensa por nosotros” para que cuando requiramos tomar una decisión, disponer de las vivencias pasadas confrontarlas con el presente para decidir alternativas de futuro mediante el inconsciente adaptativo una cualidad de las personas que condiciona el comportamiento ante una decisión.