Villa Adriana (157) Sí, para vergüenza de los veteranos profesionales, entre los que me encuentro, (baby-boomers por ajustarlo a la moderna catalogación generacional). Cuando vemos la realidad de que el 59% de los formados licenciados, máster e incluso doctores, no encuentran trabajo relacionado con sus estudios. Y que además la mayoría de los que lo logran, es en condiciones de contratación nefastas. Situación impactante para la motivación de los jóvenes que los lanza irremediablemente al pesimismo, factor clave este, que rompe la fórmula del Talento (Conocimiento, Compromiso, Acción y Visión de Futuro). Sin trabajo, no hay futuro en la sociedad económica consumista.  En el conjunto de jóvenes, solo el 23 por ciento son los únicos que trabajan según de la última EPA, cifra que ha caído unos quince puntos porcentuales comparando con solo un semestre. ¡Qué locura! No entra en la mente tal despilfarro de energías.

Y para que vengan los políticos arengando que hay que activar más la formación, innovación y demás… como las herramientas procrisis para el país. La sensación que estamos dando, es  la de dar la espalda a los jóvenes, y de ser cierto que será de nosotros en el 2030 sin ir más lejos.

La ausencia de indicadores de medidas a corto plazo es una evidencia, que yo conozca. El cambio del modelo económico que no llega, es la siguiente negación que desmotiva. Hay que utilizar las TIC en red para alinear acciones desde todos los colectivos en los que están encasillados estos jóvenes, desde las universidades, escuelas de negocios y desde todos aquellos centros que han formado al alumno para  ahora no poder darle continuidad. Los licenciados sin trabajo deberán ellos mismos solucionarse su "trabajo". Organizar plataformas en red que aúna sus intereses para activar a aquellos que deben de mover la economía. Los jóvenes deben de visionar más allá de la fronteras de país sus expectativas de futuro. Hay que poner a trabajar el ingenio individual para lograr que la inteligencia colectiva "ordene el mercado" y  nazca "la nueva economía", que debe de ser: la de los jóvenes licenciados.

¿Qué está pasando en el interior de cerebro de esos estudioso jóvenes?

Su nivel de conocimientos y los numerosos pensamientos que ha “cocido y digerido” en su mente sobre todo en los últimos años de formación, ahora choca con la realidad que le pone en bandeja la sociedad cuando tal como era de prever al acabar se trataba de estirar la mano y “pillar” ese imaginado trabajo. Las emociones negativas impactan, son dolorosas y desestabilizan la mentes con la pérdida de motividad que se manifiestan en sentimientos persistentes de tristeza, desamparo y altera la autoestima, entre otros muchos más síntomas. A mi lo que más me preocupa, es la pérdida de interés en reemprender la actividad para la que se han sido formado, sus profesores han motivado y ha sido el live motiv de su consciencia durante años de formación. Lo antinatural no puede vuelve estándar, ni se puede acomodar en sus mentes que lo que han hecho la sociedad ahora lo derrocha.

La inteligencia emocional como la aplicación de lo razonable en función a los conocimientos y ética que cada persona tiene, tratándose de decisiones económicas aquí se rompe. La neuroeconomía en su parte de neurociencia puede mediante análisis de imagen en el cerebro cuando hay actividad de placer por acertar en decisiones económicas y o de confianza interpersonal, mediante el instrumento de resonancia magnética (IRM). En este caso el la ausencia de la acción de hormonas como la oxitocina demostraría que la confianza en prosperar se estanca y la mente se predispone a vivir la traición que supone el que los jóvenes titulados universitarios los pongamos (y, somos los adultos veteranos los que hemos consentido) encima del trampolín de la piscina del futuro y en el momento de lanzarse la crisis económica ha vaciado el agua.

La neuroeconomía influye en lo económico y en la práctica es como la toma de decisiones ante hechos que afectan nuestras vidas, el hacerlo con pocos datos, en poco tiempo y optando por la mejor de las peores decisiones posibles, acciones todas a poder ser en un entorno amigable. Si el resultado es bueno para nosotros una parte del cerebro desarrolla actividad placentera. Esta generación de jóvenes, no tiene datos de referencia de futuro, el tiempo los come la conciencia de verse inaprovechados para su objetivo en la sociedad y no hay opción que tomar ni a quién recurrir. Tres espadas que cortan la estabilidad emocional y por ello debemos de atenderlos para que además no se rompan como personas.

Estamos ante una "generación perdida" salvo que esos que tienen la vida solucionada desde sus cargos, asuman sus responsabilidades políticas y académicas, y actúen para dar solución o por lo menos la cara ante los jóvenes y que estos participen en la toma de decisiones neuroeconómica que afectan a sus vidas.