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El directivo maduro desempleado y su memoria en “actitud propensiva”

Publicado por Miguel Carrión el 14 Agosto 2009 7:00 en Innovación, Artículos de opinión | No hay comentarios

XX_Gran alimento_Un directivo de 40 años, ya tiene unos cuantos de vivencias empresariales, que se ha acomodado en su memoria. Algunas satisfactorias, otras no tanto y muchas que desearía olvidar. Si ya se tienen 55 o más años el almacén está tan repleto que cuesta mantenerlo en orden. Situaciones, actitud de personajes, nombres de compañeros, colaboradores y sobre todo clientes. Dependiendo de su incidencia en la carrera profesional están en primera línea recordatoria o se esconden entre las neuronas para no ser encontrados con facilidad o nunca más. No tan solo recordamos lo que deseamos revivir, sino la señora memoria por su cuenta nos trae recuerdos en un momento dado que ya ni sospechábamos que estaban aún archivados. Ver vídeo Redes. Otra cosa distinta es cuando empieza un declive el proceso de recordar por fallos biológicos de partes del sistema cognitivo. Situación en las que aparecen imperfecciones unas veces percibidas y otras permanecen inconscientes para con nosotros mismos.

La memoria forma parte fundamental en nuestra vida diaria, es una trabajadora constante tanto de día como de noche. Para la generación baby boom es una preocupación más, cuando se altera el confort de perder el puesto de trabajo que asegure nos asegure economía necesaria para mantener el nivel de vida alcanzado con los años de desempeño. Y, más cuando se está en una situación de desempleo. La memoria como inevitable acompañante puede complicarnos la toma de decisiones o ser una buena aliada para salir de la situación. Se trata de olvidar lo que convenga y de “refrescar” lo útil para la situación como pueden ser conocimientos, experiencias y el reconocimiento de errores cometidos.

Construyendo sobre la aportación de expertos en este tema, y quién mejor que el profesor Daniel L. Schacter de la Universidad de Harvard, y por mi parte la experiencia por la observación en el transcurso de muchos años a ejecutivos en la circunstancia de “problemas de empleo”, hay cosas que la psicología y de la neuroeconomía (por su efecto en la toma de decisiones económicas), empieza a catalogar por su origen y efecto en la personas. Los comportamientos de funcionamiento es la base del estudio, el profesor los define en siete transgresiones básicas que los nombra como: transcurso, distractibilidad, bloqueo, atribución errónea, sugestibilidad, propensión y persistencia. Los tres primero los define de “omisión” y el resto como disfunciones de “comisión”.

En todos los casos, si se acepta que tenemos “fallos”, nuestro conocimiento emergente puede ayudar a contrarrestarlos. Los indicadores o rasgos pueden tener muchas causas apreciadas estas pueden entrar ser ya parte de nuestra inteligencia adaptativa. Es decir la memoria, entiendo, es una construcción que cada persona se organiza, empleando los procedimientos con que la naturaleza a dotado el cerebro del ser humano. “La memoria es un conjunto de fuerzas adaptativas”, dice Schacter. Esto es algo reconocido, para mejorar y cambiar hay que ir a la memoria, remover el conocimiento, los errores cometidos y proyectar soluciones que volverán otra vez a al mente en forma de memoria, para formar la parte nueva parte adaptativa la que instintivamente ejercemos sin necesidad de estímulos emocionales nuevos.

La propensión es la anomalía que tergiversa los recuerdos, es la que más me preocupa cuando se percibo ante un “maduro directivo” cuando está negociando un contacto o en una entrevista para emplearse de nuevo. Las que se denominan “prospensiones de coherencia”, son muy dañinas por transformar sensaciones y opiniones pasadas a lo que sentimos en el momento actual y su efecto evita el no poder analizar y detectar errores cometidos, porque hemos alterado la visión de los mismos, con la de hoy que otra, hasta el punto que la podemos dar por correcta y que antes no lo fue. Todavía mas preocupante es la “propensión egocéntrica”, cuando evocamos el pasado realzándolo. Yo hice… yo logré… ¡Cuidado! que cuando de vende una emoción, y nos la compran, luego hay que cumplir.

Recomiendo el libro, Los siete pecados de la memoria; Ed. Ariel.Saber que situación tenemos de memoria y ajustarla en lo posible a nuevos requerimientos, es una necesidad para los directivos maduros. Leeló y si quieres lo debatimos.


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