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¿Cuántas castas políticas sostiene el ciudadano de a pie ?… Incontables, diría yo.

Publicado por Miguel Carrión el 30 Agosto 2010 12:24 en Artículos de opinión | No hay comentarios

 X_Patatas fritas Sufro síndrome post vacacional, lo siento. No es bueno y, creo ver, la verdad de la realidad política de mi entorno. Hace casi medio siglo, yo cuando veía al alcalde de mi pueblo, era como el padre de todos, el que se preocupaba de crear fiestas y también estar delante de los sucesos que afectaban a todos los habitantes de su feudo. Oír hablar de quién mandaba en mi comunidad (Catalunya) me hacía pensar en que era el líder que marcaba el futuro de todos y nos defendía del poder de lejanos personajes mucho más poderosos con nombres relevantes (que solo los veía en el NODO) de Madrid. Y cuando explicaba lo que hacía el alcalde de Barcelona ya era lo más que uno podía entender, la Fuente Iluminada, el loco ratón de Montjuic. Uno trabajaba, hacía horas extras, cobraba y hacía la declaración de renta, que hasta podía equivocarte y pagar menos. Más tarde las Olimpiadas y todo se cambió. Yo entendía que trabajaba para mi Ayuntamiento, para Catalunya y  Madrid, dónde se quedaban un dinero para pagar los médicos, medicamentos y la jubilación.

Nunca llegué a imaginar que España estaba en el mundo, hasta que su habitantes " los turistas", llegaron para gastar su dinero en los pueblos de la costa y en las visitas a las capitales. Ahí ya empecé a ver que unos tenían la oportunidad de hacerse ricos con nuevos hoteles y restaurantes, pensados para los extranjeros, acabó el poder comernos los bocadillos que mi madre preparaba a cambio de pedir una ensalada y unos refrescos, no había ya mesas para los de casa. Malo, el país empezó a ser de los demás y no mío.

Segunda parte: Hoy no se dónde esconderme para evitar que no me expriman hasta el último euro de mis ahorros ya que de lo que se gana se lo queda todo la economía de mercado por sus precios Euro vs. Peseta y los gastos obligados por la utilización de servicios obligados (peajes, aparcamientos,…tasas). Y, me he puesto a pensar el ¿Para quién trabajo yo?… Hostias, me he asustado: para mi comunidad de vecinos, ayudas escolares, ayuntamiento, canon de reciclaje de transportes metropolitanos de agua de mínimos de luz, gas y agua los que tienen la suerte de tener una segunda vivienda por pequeña que sea (que esta es otra). Todo esto a las instituciones más cercanas. Luego a la Catalunya con todos los impuestos que controla y disfruta, cambios de vehículos, ventas de bienes inmuebles, testamentos… autopistas que se reparte con entidades económicas… Pagas también a la España de todos, ahí sí, dineros de los que ni llegas e ver el dinero y te devuelven el que te han pillado de más cuando ellos quieren. Multas de todo tipo de municipales, de las comunidades y por supuesto de la Guardia Civil. El estado paga por ti, y que antes te lo cobra: su contribución al desarrollo del mundo, en ayudas para que se maten en guerras, a la aristocracia para que me representes en los eventos de la get set. Los intereses de los préstamos soberanos que sirven para prestar a las comunidades, a los ayuntamientos y empresas públicas, para que todos puedan pagar los intereses de los préstamos que a su vez han pedido a las instituciones financieras que controlan la economía del mundo. Tengo la sensación de los préstamos son solo para pagar los intereses de otros préstamos. ¿Vamos a algún sitio? Esta maraña del “yo trabajo” en lo que me dejas para que logre crear algo que tú valoras, me lo pagas y tú me obligas con una disciplina de orden cerrado a que otra vez te lo devuelva.

¡Difícil de digerir! Todo esto esta siendo gravado en nuestro ADN, lo transmitiremos a nuestros hijos porque van a ser condiciones que como progenitores hemos grabado en las moléculas que permiten replicar los cromosomas. Imparable nuestro ADN es el portador de tal situación de vida. Formarse para trabajar, pedir trabajo, trabajar, y pagar y, si eres listo y la fortuna te acoge, puedes pasar a ser de los que reciben y no de los que dan: Las castas políticas locales, regionales, estatales y las internacionales. Esto es la globalización. Me quedaría con lo que se hoy, con el bocadillo que mi madre hacía. Todos reíamos había menos depresivos. Para mis hijos y nietos, preferiría más tortillas de patatas y menos deuda soberana.¿Y tú, qué? ¡Párate a  pensarlo!


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