DTodos lo saben, pocos lo comentan, nadie se enfrenta a la realidad. Pero no quepa la menor duda de que la cantidad de nuevos puestos de trabajo que necesita el País, está en la respuesta emprendedora para crear nuevas empresas por parte de las nuevas generaciones y del personal desempleado ahora y del que vendrá y por parte de los actuales empresarios en reinventar muchas de las existentes. Las personas que están hoy en las listas de desempleo, los jóvenes que aún no ha encontrado su primer trabajo y también, pero en menor proporción el colectivo de inmigrantes. Necesitan trabajo. Quiénes desde la administración, esperan que los nuevos puestos de trabajo emerjan de las grandes empresas o vía intervenciones de grupos internacionales, solo están mareando la perdiz, ellos en el fondo también lo saben. Esta acción de interés por parte de multinacionales, solo sería posible si en Ejecutivo subvencionase parte de las inversiones necesarias que implantaciones o ampliaciones y hoy las cuentas del Estado no están ni estarán durante un largo ciclo para responder como en otros tiempos. La falta de competitividad por carecer de mano de obra cualificada, entrenada y motivada, es lo primero que perciben quienes operan dentro de la eficiencia del mercado global en el caso de pensar traer negocios a España.

La administración en su política de empleo ha vuelto la espalda para generar trabajadores con talento en los que su core sea disponer del conocimiento requerido, compromiso de cumplidores y que los individuos se planteen en sus vidas una trayectoria profesional.

Los encargados para desarrollar formación profesional, sea en su versión de continuada o en acciones para desempleados, están y los datos lo evidencian, dando palos de ciego en como ordenar y disciplinar a las organizaciones que viven de ello y que no satisfacen la formación de calidad que hoy se requiere para activar la economía.

Cientos de millones de euros se destinan a “formar al trabajador”. Cientos de millones de euros que se quedan o consumen en las arterias de esta política formadora porque al final la realidad de los resultados, es para avergonzar a quién sostiene que la educación está siempre delante de la economía y más en la específica situación como ahora con el reto de tener que superar las crisis en que la única herramienta es formación de calidad para lograr la educación requerida por la sociedad.

Formar, ¿en qué?, ¿ qué competencias?, ¿con qué intensidad sobre el discente?, ¿qué compromiso debe de adquirirse con quién apuesta por ser formado para tener un puesto de trabajo?, ¿quién está capacitado como decente para formar a personas coartadas por su presión social y económica?, ¿las organizaciones que concursan para formar… están capacitadas… tiene acumulados éxito en sus acciones anteriores?, ¿quién está preparado para diseñar la anatomía necesaria para atender las actuales necesidades de formación y prever su escalabilidad a las necesidades futuras?… Preguntas sin respuesta.

La política de la formación si se analiza subjetivamente su bilogía, está planificada para consumir recursos, para gastar lo disponible y de forma imperativa mantener con vida las estructuras en la Administración que la gestionan y alimentar al sector privado para el desarrollo del “negocio formación”. Objetivar la necesidad de que tengan que rendir cuentas quienes participan en esta tarea determinante de la que depende el futuro de millones de personas en España, empieza a ser la asignatura pendiente.

Dar valor al resultado es el requisito sine qua non en la gobernanza operativa de la formación. Se ha confundido el paradigma del fin de la formación. No se trata de mantener el pesebre de los organizadores y no dejar grano para los consumidores de la misma. Lo políticos gritan que la formación es la necesidad. La sociedad necesita que los desempleados adquieran la capacitación que demandará el mercado laboral que estar por venir.

El primer planteamiento racional debe establecerse en segmentar al potencia de discentes, para determinar el nivel de su capacitación en los tres niveles según potencial competencial:

Proactivo: Capacidad de construir un puesto de trabajo propio y emplear a otros.

Activo: Aquél que mantiene la voluntad de formarse y solo aspira a ser empleado.

Pasivo: Quién la asume por imperativo legal para seguir viviendo de la sociedad.

Hoy los planes de formación, están establecidos solo para un nivel de programa común. El desarrollo formativo no es suficiente para los requerimientos del alumno PROACTIVO, si puede cumplir o estar ajustado a las necesidades del ACTIVO, pero que con el pull de ambos merma las posibilidades del primero. Y, la deficiente participación del PASIVO que deteriora y consume el potencial lectivo simplemente por su participación desinteresada en adquirir conocimientos versus las prestaciones de desempleo y/o ayudas sociales.

Tres situaciones que son el primer escollo para el inicio de un curricular formativo para activar la política de empleo. …Ah, ¡Caray!.. Qué descubrimiento. Me dicen con quiénes hemos debatido este punto. ¡Oh…! Sí, ¿Se trata de establecer tres niveles para cada unidad formativa? — me responden—. Pues sí, tres o lo necesarios para lograr la eficacia y la transformación del dinero de la formación en VALOR para la política de empleo. ¿Es qué, esto rompe? Con los que ahora se está llevando a térmico en los programas educativos. No, se trata de añadir a los mismos un componente enriquecedor para los PROACTIVOS, una nueva base de sustentación basada en la EMPREMDEDURIA. Al fin y al cabo el futuro de los nuevos empleos está en la capacidad de estos en generarlos. Cómo ocurrió en los años, 60, 70… y, en cada ciclo en que la economía ha crecido, basándose en la creación de nuevas oportunidades de negocio y ello es el trabajo de los emprendedores hoy en España hay un potencial de más de medio millón entre todo el personal desempleado. ¿O no es así? No esperemos que sean la empresas, por ejemplo del IBEX-35 las que generen empleo, justamente están es sus ajustes que acaban reduciendo plantillas. El futuro está en la emprendería de base, la de la calle, la que logre absorber le economía sumergida < 16% del PIB>. La que otra vez debe de empezar por la base.

Formar a los formadores, formar a los empleadores de formadores, plantar cara a quienes no lo están haciendo correctamente. Lograr introducir el concepto de INOVACION en las mentes de quienes planifican, contratan, ejercen y son parte de la cadena de valor de la EDUCACION en España.