P1090114Las pequeñas empresas vinculadas con la economía de consumo de todos los sectores, van a seguir facturando menos con menos márgen y tener que trabajar más horas para compensar la competitividad perdida o nunca hallada. ¿Lo podrán resistir todas? Es un sobre esfuerzo que recae en el empresario, los directivos y en los empleados conscientes de que se juegan el puesto de trabajo. Surge una tremenda pregunta en la conciencia de los afectados ¿Vale la pena este esfuerzo? . Muchos empresarios están negándose a aceptar que el esfuerzo de muchos años al final no ha sido suficiente para que su empresa siga a flote y mes a mes se ven obligados aportan capital a sus negocios para intentar paliar la falta de facturación como segunda batallas después de haber perdido la de renunciar a  beneficios y a realizar ajustes de plantilla. Aún a costa de que la realidad que los rodea les indica que deben rendirse ante la crisis.  En estos momentos hay centenares de miles de empresarios muy preocupados por tener que decirle a su gente: ¡hasta aquí hemos llegado!

Muchos son los que he conocido en pocos meses y me explican con temor que están alargando la viabilidad de sus negocios inflando el capital circulante con recursos propios, empezando con ello a gestar el abandono y el cierre de sus negocios. Observo que todos aún, siguen pensando con el corazón y obviando el resplandor oscuro del entorno que los rodea ante la persistente realidad de los datos de la economía y las perversas previsiones de futuro. Querer convencerlos de tópicos como el de que “tiempo de crisis, es momento de oportunidades”… no se me ríen a la cara por respeto y amistad. Tampoco vale animarlos con el de Winston Churchill: La cometa se eleva más alto en contra del viento, no a su favor. Y, menos con el de P. Drucker: lo que necesitamos es una sociedad emprendedora en la que la innovación y el emprendimiento sean normales, constantes y continuos. Porqué en España, señoras y señores el empresario es “el "gran olvidado”!

La sociedad política acusa el problema como una estadística que estaba dentro de los cálculos posibles en el juego de ética neoliberal. Y así justifican su conciencia debido a la deficiencia psicológica que les protege  cerrándose a todo aquello que ponga en riesgo su Estado de bienestar que sigue disfrutando la gente de su rango. ¿Qué va a pasar si los empresarios honestos dejan de apoyar a sus empresas con sus recursos propios? ¿Puede vivir un país en un régimen capitalista sin empresarios?… Maldito será el momento en que los pequeños empresarios se acojan por desmoralizamiento o corporativismos y se afinen en masa a las fórmulas de cerrar sus negocios. Esto será una evidencia, un hecho que en el momento en que se acaben sus recursos, así será. Desmantelar un tejido empresarial implica volver de nuevo al punto de partida de las siguientes generaciones. Es eliminar lo que ha costado más de treinta años crear y poner con ello a disposición de otros países el suministro de las necesidades básicas y que el negocio sea para ellos. Es regresar a la España de lo 70.

El empresario de la pequeña empresa no aguantará mucho más, salvo que perciba actuaciones ejemplarizantes por parte del resto de la sociedad que “no arriesga su patrimonio” para ganarse la vida. Es una opción que está en quienes forman parte de la administración, la sociedad política, los sindicatos el mundo de la educación y el der la sanidad, y el resto de gentes que reciben dinero público para poder ejercer sus actividades. Es el momento que a esas personas le miremos a la cara y les exijamos que se ajusten, que reinventen sus organizaciones para costar menos a la sociedad y eliminen de forma tajante todo gasto innecesario.

Los empresarios necesitan poder poner su ingenio en que hay solución y no en querer entender los problemas. Pero lo que no van hacer por mucho tiempo más es que todos se acumulen en la productividad de sus negocios y no en erradicar el derroche del dinero público y la permisibilidad de la justicia con defraudadores que se anclan en el limbo de la presunción sin más consecuencias que rifirrafes propagandísticos durante un tiempo como el caso de los Cascos, Blancos, Bonos, Bárcenas, Fabras… y mil más que todos conocemos y que olvidamos pronto.

El empresario necesita solidaridad, ser reconocida su gestión determinante para el progreso del país. No se va a poder seguir defendiéndose por mucho tiempo más, sino ve gestos de camaradería en el esfuerzo común de levantar el país por parte del resto de la sociedad y sobre todo la clase política. Apreciar al generador de negocios y con ello puestos de trabajo pude empezar a ser la respuesta a la frase de Obama “yo no tengo la solución”, afirma, “pero sí sé la forma de encontrar la solución”. España cómo cualquier otro país mercantilista, no puede crear riqueza sin empresarios y no hay progreso sin la involucración la de sus bien formados directivos y empleados predispuestos a trabajar duro. En ellos está la posibilidad de crear riqueza y el Estado poder tener ingresos por tributos. ¡Sin empresarios no hay economía! Quienes mandan o forman parte de las sociedades que viven del dinero público, no se pueden equivocar como hasta ahora está ocurriendo público mirando hacia otro lado con quienes tienen en sus acciones el futuro económico del País.