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Innovación, creatividad y el inconsciente; romper con lo establecido

Publicado por Miguel Carrión el 7 Abril 2014 11:54 en Innovación, Artículos de opinión | No hay comentarios

Villa Casade (134)

Innovar es… creatividad, un acto de rebelión por definición. Tienes que ser directamente subversivo para infringir las normas y enfrentarte la sabiduría convencional (Snyder dixit [1]). Innovar es una acción que muchos no van a aceptar. Es estar en la vanguardia que muchos no entienden y se oponen. Si todos aceptan lo que haces estás en el campo equivocado. Hacer lo que se conoce no permite el progreso. Ser un experto puede impedir ser creativo (zona lóbulo temporal izquierdo). La creatividad es inconsciente (zona lóbulo derecho). Hay que no ver las cosas como realmente son, el proceso innovador es poner en marcha el cómo entendemos intuitivamente que debería ser.

Los cerebros humanos están frenéticos buscando respuestas a la situación actual ante la inseguridad en los puestos de trabajo. Nadie confía que perdure la situación permisiva de las instituciones para mantener profesionales que no aporten valor a la sociedad.

La mayoría de las decisiones que tomamos no las dirige ningún pensamiento consciente. Las decisiones importantes de forma automática el cerebro valora lo bueno y lo malo y el inconsciente decide la repuestas que más nos conviene. La conciencia es como un pensamiento posterior. Todo está en continua transformación, las discontinuidades hacen que el futuro deba replantarse cada día. La intuición humana para los empleados públicos, como ejemplo de donde hay una urgente necesidad de innovar, les dice que todo va a cambiar y,  para los que están más competencialmente cualificados, su intuición les hace ver que la transformación se basa en emplear la cultura de INNOVACION.

Cuando estamos solos y hablamos con nosotros mismos, la intuición nos dice que muchas cosas van a tener que cambiar ya que la situación actual de crisis ha roto en Estado de bienestar, es insostenible el gasto de la Administración y de una u otra forma esta deberá de reducirse y en ella solo tendrán cabida quienes aporten valor para el logro de “hacer más con menos”. Los empleados públicos saben que gente es útil en su entorno de trabajo y quienes deben de reciclarse para serlo. Todos intuyen que deben de adquirir nuevas competencias para poder emprender muevas misiones y responsabilidades, se crea una nueva situación, nadie será permisivo con quien no trabaje y sí cobre dinero público. Los políticos van a tener que justificarse ante la gente que los vota y van a promover y generar una gobernanza transparente, donde el primer principio será la responsabilidad en el trabajo.

Quién opte por innovar lo hace conscientemente para poder aplicar su experiencia y conocimientos. Decidirse a innovar es dar salida a su conciencia profesional y buscar en esta acción la autoestima. La gente joven que aún no han asumido cargos de responsabilidad son quienes tienen mayor potencial innovador, ya que los mismos no son portadores perjuicios ni han sufrido excesivos fracasos que les limitan la imaginación para acometer proyectos. Intuir en qué cosa de puede innovar es la primera decisión, con quién la segunda y cómo la tercera. No tan solo el innovador triunfa con la “idea”, debe de crear un equipo multidisciplinar y tener bien asumidas las competencias para llevarla a cabo.

Lo razonable es enemigo de lo necesario en situaciones en que debemos de cambiar las cosas. La innovación radical y la disruptiva son las que van a cambiar la forma de trabajar en la Administración pública y con ello su gobernanza. Que nadie engañe en despreciar la llamada de las sensaciones que lo indican. La sensación son señales que nos manada nuestro cerebro indicándonos si es necesario hacer algo o permanecer impasibles. Dejar que el cerebro nos indique de forma “automática” en que hay que innovar es la mejor selección de lo mejor.

Pensar agota mucho y es una barrera para la genialidad. Lo mejor está en el inconsciente de cada uno de nosotros. Hay que dejar que trabaje el lóbulo parietal posterior, con todas las variables que nuestro cerebro tienen en su memoria, y muchas no somos conscientes de haberlas percibido. Las emociones más valiosas son automáticas. Nuestra mente racional en el prosencéfalo decide por nosotros que es lo mejor. Dejar que el cerebro intuya, procese y decida por nosotros. Si dejamos que sea nuestra memoria quién procese, nuestros mandos se debilitan y los núcleos estriados y los ganglios basales. Pensar demasiado es debilitar la mejor decisión para innovar. Funcionar con la intuición normalmente es funcionar con fluidez. Las contingencias no deben de parar la imaginación intuitiva.

Innovar es… creatividad, un acto de rebelión por definición. Tienes que ser directamente subversivo para infringir las normas y enfrentarte la sabiduría convencional (Snyder dixit [1]). Innovar es una acción que muchos no van a aceptar. Es estar en la vanguardia que muchos no entienden y se oponen. Si todos aceptan lo que haces estás en el campo equivocado. Hacer lo que se conoce no permite el progreso. Ser un experto puede impedir ser creativo (zona lóbulo temporal izquierdo). La creatividad es inconsciente (zona lóbulo derecho). Hay que no ver las cosas como realmente son, el proceso innovador es poner en marcha el cómo entendemos intuitivamente que debería ser.

Innovar debe de tener su recompensa en el cerebro, es un romper con la rutina y el pensamiento clásico. Las endorfinas producidas en el hipotálamo del cerebro nos deben de generar un estado eufórico y con la serotonina además activamos nuestro humor y, esto es contagioso. Es decir, que vivir la cultura de la innovación es entrar en un proceso en el que participamos con los demás en experiencias satisfactorias y agradables. Las posibilidades de la innovación, la excitación por intuir cual es la solución que ahora necesitamos para superar las discontinuidades, es la nueva oportunidad que hay que aprovechar para salir del estrés ante la incertidumbre del futuro y con ello progresar. Si la ilusión por innovar va acompañada de proyectos con éxito la hormona logramos generar en nuestro cerebro oxitocina y dopamina (neurotransmisor) que ayudarán a crear nuevos vínculos positivos con quién comparta los proyectos innovadores y empezar con ellos nuevos retos.

Buscar soluciones para el progreso en nuestra mente, mediante el conocimiento consciente que se basa en no correr riesgos o dejarse llevar con la intuición como el camino para llegar a elecciones flexibles, es decir buenas soluciones. La innovación hay que saber venderla, debe de ser apreciada por los beneficiarios de la misma, sean usuarios finales o colaboradores que han permitido ejercerla. La innovación debe de ser gratis, entregarla voluntariamente y los demás deben de saber apreciarla. Qué la innovación es generar arte, es el mejor calificativo para asegurar su éxito. Así hay comunicarla y producirla.

En el sistema límbico del cerebro (emocional), es donde radica la orden de salida para un proceso innovador, donde  tenemos la fuerza para no dejarse influenciar por la rutina de la asociación implícita ante lo que se piensa, basándose en la razón y no en la imaginación.  Romper con la rutina y la oposición basada en la inoperancia que se presenta cada día en las organizaciones con las etiquetas de: “hay cosas sin solución”, el  “ya está bien” o el “hazlo tú”. Tres pensamientos frecuentes y envenenados que ya no pueden tener cabida en las organizaciones ; tres avisos que la intuición descarta si seguimos las órdenes de nuestro inconsciente.

Fuentes: Allan Snyder; Gerhard Roth; Helen Fisher; Antonio Rengel


[1] Concepciones mentales: Rutinas del pensamiento inconsciente


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