mayo-12 (5)Implantar un espacio para la innovación, requiere una actividad constante, duradera y metodología precisa; Si no es así, entonces es que no quieres innovar y tú sabrás porqué.

La actuación innovadora altera el statu quo como todo cambio que altera lo establecido, aspecto que genera dualidad de opiniones llegando a los sentimientos de los individuos cuando transciende hasta llegar altear el confort de estos. La gente aún a sabiendas de que las discontinuidades van a alterar su futuro y no tiene que ser para mejorar, aún así mucha gente opta por un conformismo perverso. La mayoría de las decisiones que tomamos no las dirige ningún pensamiento consciente y ello permite decidir sobre cosas nuevas, sin valorar consecuencias. La innovación para muchos es un proceso no experimentado que su consciencia no lo tiene referenciado. Las decisiones importantes la activa forma automática, el cerebro debe de decir y valorar lo bueno y malo y el inconsciente nos propone su repuestas con la solución que más nos conviene. La conciencia es un pensamiento posterior que se crea con la información que tenemos en el cerebro, sea datos concretos (conocimiento) o algoritmos resultante de tener en cuenta varios de ellos (muchos pueden ser experiencias). Las discontinuidades son un reto para el cerebro que obligan a que el futuro se tenga que replantear de nuevo en cada cada vez que surgen. Mucha gente no reacciona por preferir “no complicarse su vida” (gente anclada en el confort), hasta que las contingencias le obliguen y entonces el espacio para poder innovar ya se ha cerrado. Innovar es crear soluciones para asegurar el futuro de cosas determinadas o abrirlo a nuevas.

Los cambios económicos y sobre todo tecnológicos provocan que las cosas caduquen en espacio de tiempo nunca imaginados tan cortos. Cuando la gente vive en confort, es complejo que se planteen visionar cual sería su nueva situación si las causas que le sustentan el presente se agotan. Muy pocos lo hacen, aún teniendo a la vista desencadenantes, como puede ser la vida los productos que comercializan, la presión de la competencia en el mercado y de forma muy transversal en la Administración pública, el depender de una determinada jerarquía o los cambios que exigen los ciudadanos que van revolucionar respecto a la burocracia Weberiana. La creciente complejidad de las necesidades de la sociedad trae “bajo el brazo” nuevos modelos de gobierno y en las empresas tremendas inseguridades del mercado. Pues, con todo ello, hay más gente que está amarrada a su confort y piensa que ya se moverá cuando no quede más remedio. Cogen distancia con quienes se adelanta a INNOVAR para fortalecerse ante lo predecible. Nada permanece inalterable en el tiempo y menos ahora en países como España en que la economía hay que reinventarla y la gobernanza política tiene detestables fisuras por la corrupción.

Innovar es crear, probar con intervenciones prueba y fracaso para mejorar las cosas. ¿Y, cómo hacerlo? Pues, aprendiendo el proceso de cómo innovar su técnica y management. Innovar NO es atreverse a hacer algo por las buenas o empujados por una inspiración creativa momentánea. SÍ es, INNOVAR un proceso medido para crear y desarrollar medidas flexibles y paso a paso generar cambios siempre con el consenso previo de las personas afectadas en el espacio de aplicación. Innovar también es trabajar para cambiar el pensamiento negativo de los individuos contrarios a la misma, sí, los antes mencionados anclados en su confort, los faltos de positivismo son envidiosos, los egópatas faltos de solidaridad y todos los que se excusan o se oponen a ser aliados al cambio quedarán evidenciados como cargas para la sociedad y esta siempre pasa factura. 

La gente de las empresas, sector que conozco desde hace muchos años y en la última década la administración pública, tienen similar reaccionan ante un cambio. Todos tienen el denominador común de oposición a la innovación y en muchos casos tan siquiera a escuchar propuestas, pero en contra dicen que SÍ hay que innovar. Cierran su inteligencia solo con pensar que se pone en riesgo su confort, ego, rango o protagonismo. Todos ellos ignoran que la innovación, es un acto de rebelión por definición. Es directamente subversivo para infringir las normas y a la sabiduría convencional (Snyder dixit). La innovación bien creada y desarrollada puede cambiar y recuperar la voluntad de sus iniciales opositores.

¿Por dónde debemos iniciar la transformación innovadora? Empleando la intuición, observando el entorno que nos lo va a indicar en aquello donde podemos tener mayor probabilidad de éxito, sobre todo en las primeras innovaciones que vallamos a realizar después de haber asumido el ¿Quieres? y aprendido el ¿Cómo? Allí dónde los profesionales tengan asumido que además del desempeño de sus funciones asumen la misión de querer mejorar las cosas para reducir la aparición de nuevas incertidumbres en el futuro. Hablar firmemente a favor de un cambio, es un acto de valentía en el que se asume el haber superado las preguntas objetivo de este post.

¿Sabes?, ¿Puedes? Es cuestión de formación y aprender su management. ¡Si quieres, puedes!