P1040495 Dos cosas me han sucedido al mismo tiempo que me han provocado “Parar para Pensar”. Disponer de un verano para aprender de los demás, leyendo a gente que sabe mucho más que yo. Al tiempo de vivir el intenso aprendizaje ejerciendo de abuelo para dos nuevos miembros de la “tribu” <con gran placer>. Esta situación sumada al intenso trabajo investigar las posibilidades de la formación sobre la Cultura de la innovación con la variante de focalizada a la Administración pública.

En estos momentos, estoy razonando observaciones de cosas tan interesantes como estas: Primera, “se vive aprendiendo” continuamente y no importa la edad. Segunda, “quién se apalanca” en lo que entiende por confort profesional, la vida acabará desplazándolo de un plumazo. Tercera, “la soberbia del poder” ofusca la visión de la vida sana y quienes lo ejercen tiene por recompensa el desprecio de los demás, La tercera la “rigidez” su falta de “capacidades contingentes” condiciones que se perciben en la Administración pública, posiblemente por el modelo de gestión agotado y muy conservador. Y cuarta, la falta de funcionarios con “valor de aventurero”, muchos sobrados de talento indecisos y justificando las posibles represalias si fracasan en incursiones de intraemprendeduría innovadoras. La quinta la herida funcional que provoca la ausencia de la meritocracia, en la designación de cargos decisores, por decisión política, situación que no permite aflorar el talento por incomprensión profesional ante funcionarios con talento.

En todo el espacio de la administración, en estos momentos es necesario inculcar la vocación de generar innovación económica y social y deben acciones para motivar en esta acción sobre todos a los funcionarios que ocupan cargos directivos, como parte de su responsabilidad ante la ciudadanía. Promover nuevas formas de crear valor y ayudar en desarrollar management de la Cultura de la innovación y Desarrollo de proyectos. Pues en todo esto he reflexionado y proyectando el pensamiento sobre cómo debe de ser la toma de decisiones para que cada uno pueda ser además feliz, que es de lo que se trata lograr plenamente. También analizar la situación frecuente de realizar excesivas actividades y aún peor si se dispersan en muchas direcciones. Un tercer pensamiento es plantearse la decisiva pregunta: “La vida que llevo es la que he deseo vivir”. Al fin y al cabo, la buena innovación solo fragua si las personas son felices y satisfechas consigo mismas.

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