Dos visionesEn la sociedad de las organizaciones no hay un servicio que nos indique cuando hay que desarrollar innovación. La gente no sabe muchas veces que tiene la necesidad de algo que le es necesario. La innovación está disponible pero desconocemos su existencia, no sabemos lo que es. Desconocemos cosas que tienen valor y no las estamos empleando. Desconocemos cosas que tienen valor para mejorar la universidad y quienes con parte de la misma las necesitan cambiar y lo obvian.

La aplicación de la innovación es poliédrica, tiene muchas visiones, por ejemplo: <<… En innovación es necesario establecer unas condiciones marco favorable que permita traducir los resultados de la investigación en producto de mercado y hacer un mejor uso de las tecnologías digitales como factor clave para el crecimiento de la empresa, incluso en sectores tradicionales…>> como explica David Tornos en su artículo sobre prioridades empresariales[1]. Tormos focaliza en los factores:“demanda real del mercado” y “nuevas tecnologías”. Las dos cosas sobre las que pivota el mercado del siglo XXI. También en otra parte del artículo comenta que debe de mejorarse la competitividad europea, promoviendo nuevas políticas de materia de industria, innovación, energía y medioambiente y ahí hecho a faltar que se olvida de la EDUCACIÓN como el factor determinante para que todo lo demás fluya (por lo visto, en Foment, aún no se han esterado de su importancia). También nombra “innovación” como una actividad tangible, a mi entender se confunde. la INNOVACIÓN es una actividad emocional, voluntaria y yo diría que hasta revolucionaria que radica en las personas cuando estas aportan su talento para mejorar las cosas. La innovación, por lo que voy aprendiendo del profesor Xavier Marcet, es ante todo aunar las inteligencias de gente predispuesta a resolver problemas buscando soluciones para hacer mejor las cosas y dejando de hacer aquello que no tiene utilidad. Todo ello, en un mundo que gira alrededor del cliente final en todas las actividades posibles, es decir el “Cliente” sea un consumidor, estudiante o ciudadano.

La Universidad, la Administración pública y en la Gestión salud, necesitan transformarse en eficientes, transparentes y un nivel de valor óptimo. Necesitan que los profesionales directos, indirectos y de servicios se transformen reinventándose como innovadores. La universidad debe de dar ejemplo de cómo hacerse, y por eso debe de abrir sus puestas e invitar a que se instale en la misma la INNOVACIÓN DISRUTIVA.

Se sabe poco lo que es innovación y así los demuestran todos aquellos que la añaden como farolillo de cola al I+D.

Investigar es una inversión a medio y largo plazo y el desarrollo es su continuidad en unidades útiles realizas como experimente final de la investigación (en muchos casos prototipos y poco más). Innovación tiene tres dimensiones: Incremental, como una mejora innovadora en la manera ya conocida de hacer las cosas, modificándolas haciéndolas más simples y baratas.

Radical y Disruptiva, es la actualmente requerida para erradicar lo inútil y crear lo aún desconocido utilizando tecnologías sofisticadas para transformar un servicio o un producto que es complicado y caro, en fácil y accesible a la demanda de mercado. La transformación en algo simple y económicamente soportable y eso es lo que significa disrupción (Clayton Christensen dixit)

En el caso concreto de la universidad hay que pensar acerca de oportunidades de crecimiento y con ello nuevos ingresos. Organizarse para la nueva educación con capacidad de comunicarse de manera online con los estudiantes significa que no tienen que venir al campus para aprender. Pueden aprender al ritmo que quieran en la manera que ellos quieran, desde donde están, a la hora que está disponible, y eso va a representar una gran disrupción. Sí, esto ya ha llegado, hay que plantear en que debemos de transformar la ortodoxia y la metodología. La Innovación Disruptiva es la respuesta.

La ingeniería de transformar los activos de conocimiento y la colaboración de profesores con talento y voluntad de ser parte de la transformación de la universidad cada vez son más. Otros taponan iniciativas con miedos…“poner en marcha un proyecto educativo online no es barato, porque la inversión en tecnologías es alta” dice Carles Sigalés [2]. No siendo exactamente así. Las TICs para un proyecto eLearning si la condición USP [3] del producto docente es correcta, la amortización de toda la infraestructura eLearning es mínima. Hay que INNOVAR empleando Alta Tecnología vs. “inversión en tecnología alta”, como dice.

Un proyecto de formación online para quién disponga del conocimiento (autorías analógicas correctas) y de profesores con talento dispuestos a reinventase en la didáctica virtual no requiere inversión inicial insuperable para cualquier universidad o business school. ¡Ah! y, estoy en disposición de demostrarlo con ejemplos actuales que concurren en la universidad actualmente.



[1] Director del departamento internacional de Foment ; El Periódico día 29 Abril-2014; “Quo vadis”, Europa.

[2] Vicerrector de la UOC; El Periódico 29 Abril 2014.

[3] Unique Selling Proposition